REPITENCIA

Palabras Maestras: Repitencia en Santa Fe

Prof. Hevel Hansel

    “…Vino nuevo en odres viejos…” ( LC 5, 33-39)

       Anular la repitencia en el nivel secundario es una propuesta del Ministerio de Educación  de la Provincia de Santa Fe a la que denominan: “Avance continuo” justificada  en informaciones estadísticas poco fiables, simplemente porque los valores que sostienen fueron tomadas en circunstancias excepcionales.

 En el año 2015 eran 33.624 los estudiantes que repetían el año escolar, cifras que aumentaron en los años posteriores. Ahora bien, en el año 2020 la cantidad de repitentes registrados constituían la mínima cantidad de 385 estudiantes.

Aclaremos que durante todo ese ciclo lectivo los jóvenes no asistían a clases presenciales, (a raíz del Aislamiento Social Preventivo Obligatorio, por la pandemia) los docentes fueron los grandes transformadores de las metodologías y los medios para sostener el vínculo pedagógico, y los contenidos se redujeron por razones obvias. Las problemáticas que se presentaron fueron la mala calidad del servicio de internet, maquinas en mal estado o ausencia de las mismas en los hogares, así como los vínculos familiares resintieron sus relaciones a raíz de la convivencia forzada dando lugar una frágil calidad de aprendizaje.

Por lo tanto, la toma de datos en estas circunstancias se halla inhabilitada para plantear intervenciones didácticas, metodológicas o de regulación de los modos de cursada. No debemos olvidar que los métodos para registrar las asistencias fueron flexibilizados, siendo la asistencia un determinante en la consideración de un estudiante como regular o no.

Es propicio el interés que demuestra el Ministerio de Educación Provincial para modificar el sistema educativo secundario, por que somos consciente que nuestros jóvenes no sienten como propios de su tiempo los contenidos, las construcciones metodológicas de las que habla  Edelstein (2015) ni la organización Institucional del secundario. Entonces, el hecho de que los estudiantes repitan el año en el secundario y que  esto produce mayor abandono escolar es una realidad; pero no podemos afirmar que un método de flexibilización de asistencias y contenidos sea el camino para un verdadero cambio, simplemente hace que los números cierren.

Pensar una escuela secundaria diferente con otras lógicas es una obligación inevitable  que como adultos nos interpela a pensarla y debemos hacerlo con seriedad y responsabilidad.

Las nuevas adolescencias, como lo señalan los expertos como; Kantor (2012) necesitan ser reconocidas por el sistema educativo. Los jóvenes interpelan el mundo de los adultos y sus instituciones los expulsan, por ello migran a las redes o las calles, donde construyen subjetividad con aquellos que considera pares o iguales. La solución no es otro parche, no es otro “como sí”, no es “hagamos algo para que nada cambie”.

Antes de analizar cualquier propuesta educativa, hay una pregunta a la que no podemos eludir como adultos: ¿qué tipo de sujetos queremos educar? Seguramente que ante esta pregunta hecha a los padres y madres, ellos responderían más allá de lo epistemológico y mas cercano a lo humano y las  emociones, que su objetivo como progenitores sería: un hijo, una hija feliz.

Fuera de las discusiones filosóficas a las que nos puede arrojar el termino,  coincidimos que este es un “estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien” (R.A.E.). Entonces los caminos para un objetivo pueden ser diversos. Como ciudadanos de bien, podemos pensar que nuestra descendencia, talismán ante la finitud humana, nos supere en cualidades y capacidades.

Ahora bien, ¿Qué intenciones  persiguen estas reflexiones? Es simple: la educación tiene como finalidad dar las herramientas para que cada ser humano sea capaz de autorrealizarse en el proyecto de vida que ansié para sí y sus semejantes. Hablamos de valores que nos representan y constituyen: respeto por el otro, capacidad de empatizar, de reconocer la diferencia entre lo bueno y lo malo, de desdeñar la mentira, de reconocer la importancia del esfuerzo, de valorar  la recompensa por el mérito, de ser resilientes, de ser capaz de pensar críticamente, de lograr pensamientos de nivel superior. ¡Qué importante es ser resilientes! y por sobre todo ser capaces de hallar soluciones creativas a problemas nuevos, cualidad que deviene de un profundo conocimiento de los campos del saber que como actores de un tiempo histórico les pertenecen.

Entonces, ¿por qué nos conformaremos en evitarles la recompensa del esfuerzo propio? ¿Quiénes somos como adultos? para negarles  la posibilidad de ser capaces de conducir sus proyecto, agitando sobre ellos el manto de la incapacidad para que siempre haya un otro presto a mantenerlos sumidos en la falacia de unas educación de la conmiseración, y de la lastima.

 La siguiente fase se le atribuye a Hipócrates,(460 A.C)   “Primun non nocere”, que se traduce como “Lo primero es no hacer daño”, expresión de la práctica médica que puede ser aplicable a la vida misma.  Antes de obrar debemos parar, pensar el mejor camino y sincerarse para evitar hacer daño.